jueves, 25 de junio de 2009

Votar o no votar, ¿es el dilema y el debate?

Después del último desencanto del siglo pasado, la elección de 1988, la ciudadanía intentó en la elección para presidente de la república del 2006 participar nuevamente y al parecer ese ha sido el proceso electoral más competido y nuevamente cuestionado.

Más de la mitad de los votantes, 15 millones, que evidenciamos por enésima vez la manipulación final de dicho proceso, seguimos con la inconformidad. Hay un presidente de facto legal, en funciones, pero cuestionado seriamente al no permitirse la certificación con un conteo voto a voto por casilla, que nos hubiera ahorrado muchos sinsabores a unos y otros.

Siempre en nuestro país ha votado menos del 50% de los ciudadanos empadronados y en nuestra entidad ha sido mucho mayor el de la abstención, que en las últimas elecciones ha llegado a ser del 65 y 67 %. O sea que tenemos autoridades electas por un 33 0 35 % de los ciudadanos en edad de votar. Cosa grave en una república que presume de democrática.
Y si decimos que los triunfadores han obtenido el triunfo con menos de la mitad del total de votantes, resulta que únicamente la mitad de los votantes han nombrado a esas autoridades, ya que la otra mitad estuvo en contra y los poquitos votos de los otros partidos que no son menos del 2 o 3 %. Situación mayormente grave, pues carecen de real legitimidad aunque sean del todo legales.

Cualquiera sabe que el quórum legal para cualquier asamblea debe ser del 50% de asistentes +1 del padrón de afiliados de dicha organización.

¿Cómo para una asamblea tan importante como la elección de un gobierno, nos permitimos todo lo contrario?

Ese abstencionismo nos grita una inconformidad y hartazgo en contra del sistema político mexicano que parece estar llegando a la caducidad y que es necesario ensayar un nuevo estilo de hacer política.

El falso dilema y falso debate entre votar o no votar; anular el voto cruzando toda la boleta o escribiendo un mensaje de repudio . O votar en circulo blanco, sin candidato o con candidato no registrado, está en la mente de muchos mexicanos, circula en los medios, y es impulsada por estos (Televisa, TV Azteca); ya asustó a los partidos políticos y a los responsables de gobierno, pues ¿qué pasaría si sólo votara un 15%? ¿Y si es tan grande el voto en blanco o nulo o por independientes?

El falso dilema está en lo dicho; No votar es no acudir a las urnas, pero acudir a la urna y marcar la boleta es votar (para votar por un candidato, registrado o no registrado anotándolo en el circulo blanco; anular el voto en forma accidental o intencional, tachando la boleta toda o parcialmente con líneas cruzadas o paralelas o con frases de repudio etc.) todas estas posibilidades están previstas en el Código electoral (Art. 230, 260 del CoFIPPE) y no constituyen ningún delito electoral, ni ético, ni moral, ni son ninguna novedad. Aun el abstencionismo conciente o inconciente (como lo ha practicado el pueblo) no constituye un delito electoral. El llamar a reflexionar el voto es un deber de todos, personas físicas y morales. Sin embargo, el llamar a no votar si entra dentro de las violaciones a los códigos electorales (Art.260 del CoFIPPE).

Ahora la posición en contra de los partidos políticos, publicitada y alentada por los medios sobre todo las televisoras que en soterrado revanchismo quieren cobrarse la reforma electoral que las privó de los muchos millones de pesos de la publicidad que ganaban en los procesos electorales y que limitó la participación del capital privado en el denuesto o exaltación de candidatos, tal como ocurrió en el proceso 2006 con la COPARMEX, otras entidades corporativas (Art. 41 Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos) estimulan ese falso debate, que hay que aceptar demuestra que el pueblo ya esta cansado del sistema partidista mexicano.

Acudir a votar; como se quiera hacer, es un derecho y una obligación. Que algunos se beneficiarán con las posiciones... 'que ni qué', pero el resultado será una señal al gobierno y a los partidos de que hay que cambiar casi todo, por no decir todo.

De que hay que abrir la Democracia: permitir que hayan más opciones partidistas, aceptar la figura del candidato independiente; cambiar las formas de financiamiento público y privado, en montos y formas; privilegiar los programas, proyectos y propuestas versus rostros e imágenes promocionales sin contenido. Fomentar el debate o al menos la exposición de proyectos y programas por todos los medios, para permitir al ciudadano una verdadera selección del candidato o partido por el que votará y no sólo conocer las frases inútiles y promesas falsas de las que después ni recuerdan. Legislar la participación ciudadana, el referéndum, la iniciativa popular, la revocación del mandato, la rendición real de cuentas y el juicio político.

Pero como siempre solo son SUGERENCIAS A QUIEN CORRESPONDA.

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