lunes, 27 de octubre de 2008

Reinsistiendo

Resulta imposible o al menos muy difícil ver y mirar hacia otro lado. Y es que resulta tan doloroso ver a hermanos, seres humanos pues, deambulando por la ciudad con su miseria, arrastrando su marginación; el desprecio o la indiferencia de las sociedadades "cristiana" , "agnóstica" o "filantrópica" o de las secretarías de estado, que a cuenta-gotas apoyan asistencialmente a los indigentes.

Las Asociaciones Religiosas, la mayoría, tienen como principio fundamental la ayuda al prójimo. Pero ayudamos… cuando podemos, con lo que podemos, con lo que nos sobra o lo que es peor, con lo que nos estorba. Ya es histórica y anecdótica la zapatilla de fiesta que el subcomandante Marcos enseñara en televisión como muestra de la ayuda que la sociedad civil mandaba a los hermanos indígenas de los altos en el 94. Situación risible si no fuera por lo indignante que resulta.

Recuerdo que en la infancia nos hacían aprender de memoria la lista de "Las Obras de Misericordia" que el cristiano debía practicar en su vida y que se refieren al reconocimiento del otro como un hermano, como otro Cristo, un fiel reflejo del mandato de amar a tu prójimo:

  • Dar de comer al hambriento,
  • Dar de beber al sediento,
  • Vestir al desnudo,
  • Dar posada al peregrino,
  • Enseñar al que no sabe,
  • Visitar al enfermo,
  • Enterrar a los muertos,
  • Visitar al preso,
  • Corregir al que yerra, y
  • Dar consejo al que lo necesita.


Mandamientos... que este domingo las 26 asambleas de la iglesia católica, leyeron, releyeron y debieron reflexionar.

Acciones solidarias que son parte de las garantías individuales, previstas en los primeros 29 artículos nuestra constitución y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

En este tiempo, aunque se deseara lo contrario, la mayoría de estos preceptos no han perdido su vigencia:

  • Dar de comer al hambriento,
  • Dar de beber al sediento,
  • Vestir al desnudo,
  • Dar posada al peregrino,
  • Dar albergue al migrante,
  • Enseñar al que no sabe,
  • Enseñar el alfabeto,
  • Educar para la vida,
  • Visitar al enfermo,
  • Ayudar al enfermo,
  • Enterrar a los muertos,
  • Visitar al preso,
  • Defender al inocente,
  • Corregir al que yerra,
  • Corregir al delincuente,
  • Dar consejo al que lo necesita,
  • Educar contra las adicciones,
  • etc.


Podrán decir que ya hay quien se haga cargo; me dirán que no hay que dar pescado sino enseñar a pescar. Muy cierto, como también es cierto que habría que enseñar a comerciar ese pescado justamente, sin intermediarios abusivos.

Algunas de estas ideas elementales motivan las sugerencias del día de hoy.

Cientos de personas diariamente: indigentes, menesterosos, mendigos, comerciantes, viajeros en tránsito, turistas, y migrantes que en nuestras ciudad, no tienen donde pasar la noche, ni donde tomar un bocado, o un vaso de agua a precios bajos, con dignidad y seguridad.

No existe en Tuxtla un mesón o un albergue, ni un comedor popular que ayude a resolver esta necesidad.




Por lo que sugerimos a Q. R. R.


  • Suma de esfuerzos de los tres niveles de gobierno para construir una posada y comedor popular, sin lujos ni comodidades superfluas, pero con seguridad y calor humano, a precios económicos.

  • A las Asociaciones Religiosas, a sumar ecuménicamente esfuerzos para este problema que se agudizará en nuestra ciudad dado el paso de migrantes [en los dos sentidos]. Para nuestros hermanos que siguen llegando a Tuxtla a vender sus productos o a realizar algún trámite, o por los más pobres a quienes su pobreza los mantiene, desde siempre, provocando lástima en las terminales, los mercados y las oficinas de la ciudad.


¡No es populismo, es un derecho humano!

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